Cosecha de dinosaurios (Cuento de ciencia ficción)

El gerente de la sección revisó los informes y, con un gesto que era una mezcla de resignación y furia, se dirigió a su empleado, que a la sazón era también su sobrino, y que estaba en la oficina vecina, gritándole:
– Synthrax, ¿has sembrado ya los dinosaurios en el cuarto planeta del Sol?
Synthrax apartó la mirada de su consola con desgano. Su cibermundo llevaba una ventaja ajustada contra los de sus dos amigos. En ese momento era imperativo que se concentrara en ganar.
– Por supuesto, tío – dijo el aludido con voz ausente, devolviendo su mirada a los parámetros del juego.
Su tío optó por no seguir desgañitándose, por lo que comenzó a acercarse subrepticiamente a la oficina del inútil de su sobrino. Cómo era de esperarse, estaba nuevamente jugando con sus estúpidos amigos y sus no menos estúpidos cibermundos.
Se detuvo a escasos centímetros de los oídos del infeliz y le espetó con un rugido:
– ¿Están todos los parámetros del cuarto planeta en sus valores nominales?
Su sobrino saltó varios centímetros del asiento, a la vez que adquiría un enfermadísimo tono pálido en su rostro. Se recuperó, atinó a ocultar las imágenes de su juego, colocar los parámetros del planeta en foco y decir con una voz que, pensó, sonaba segura:
– Por supuesto, tío. Fíjese Ud. que buen trabajo he realizado, todos los parámetros en su valor nominal con un 0.1% de precisión y…
Su tío, sin dejar de notar que la voz le temblaba bastante, repuso:
– Yo veo un error.
– ¿Dónde? Mire Ud., todos los parámetros del tercer planeta están correctamente calculados según lo que…
– ¿Del tercer planeta? Te dije el cuarto. EL CUARTO. EL CUAR-TO. ¿Qué clase de idiota siembra dinosaurios en un planeta CUBIERTO DE AGUA?
– Yo… lo siento, tío. Esta vez lo estaba llevando adelante tan bien y… un error lo tiene cualquiera.
– Mira, te doy la última oportunidad y solamente lo hago por lo mucho que amaba a tu excelente difunta madre. Aunque no entienda como pudo haber engendrado a semejante… Pero no importa. Borra ya mismo ese estúpido tercer planeta azul del sistema solar y ASEGÚRATE de sembrar los dinosaurios en el planeta rojo. ¿Está claro?
– Por supuesto, tío, por supuesto. Ya lo hago.
– Más te vale. Debo irme, me esperan en la reunión del Consejo Supremo y por culpa de tus chiquilinadas terminaremos los dos de patitas en la calle.
Synthrax calculó rápidamente el tamaño del meteoro necesario para borrar al planeta Tierra del Universo. Su única preocupación era terminar el cálculo lo más rápido posible, para así poder concentrarse en lo que realmente le importaba: proseguir su partida de cibermundos.
Synthrax olvidó sembrar los dinosaurios en Marte después de enviar al meteoro a la Tierra, pero pudo al menos ganar su partida, pocas horas antes de ser finalmente expulsado de su trabajo.
¿Y la Tierra? Eppur si muove (*).
Claudio Avi Chami

(*) – "Eppur si muove": Y sin embargo, se mueve. Es la frase que según la tradición pronunció Galileo luego de haberse retactado frente a la Inquisición respecto del movimiento de la Tierra alrededor del Sol.

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